Pandemia: el montaje comenzó a fraguarse hace 20 años y hay patentes que lo prueban
Pandemia: el montaje comenzó a fraguarse hace 20 años y hay patentes que lo prueban
El informe del
doctor David Martin que deja al descubierto un plan siniestro. La estudiada
creación de la enfermedad SARS, los intereses de Fauci por desarrollar un virus
de replicación defectuosa, el juego de los laboratorios, la OMS y los medios.
La intención de convertir la proteína espiga en un arma biológica a usarse en un
programa de vacunación universal contra el coronavirus.
·
POR AGUSTINA
SUCRI
08.08.2021
·
¿Y si el nuevo coronavirus no tuviera en realidad nada de novedoso? ¿Y
si la denominada pandemia no fuera otra cosa que una campaña de coerción y
terror con el objetivo de hacer grandes negocios? ¿Y si las pruebas de todo
esto se encuentran en el Registro Público de Archivos de Patentes de Estados
Unidos?
¿Escalofriante? Más bien un hecho comprobable, según el doctor David Martin,
director general y fundador de M-CAM Inc., una empresa internacional
aseguradora y de análisis de activos intangibles que abarca la financiación de
la innovación y la auditoría de la calidad de las patentes.
Sobre la supuesta novedad del coronavirus este especialista sostiene que
fue una “ilusión fabricada”.
De ello dan cuenta “73 patentes
emitidas entre 2008 y 2019, que tienen los elementos supuestamente novedosos
del SARS CoV-2, específicamente en lo que se refiere al sitio de clivaje
polibásico, el dominio de unión al receptor de ACE2 y la proteína espiga”,
detalló Martin en una reciente
entrevista mantenida con el abogado Reiner
Fuellmich, que encabeza el Comité Alemán de Investigación
del Coronavirus.
“La única publicación –“A novel bat
coronavirus reveals natural insertions at the S1/S2 cleavage site of the Spike
protein and a possible recombinant origin of HCoV-19”- que se convirtió en el trabajo que se ha
utilizado de forma rutinaria para identificar el nuevo virus, no reporta nada
nuevo”, subrayó Martin, exprofesor adjunto de la Facultad de Medicina de
la Universidad de Virginia, quien añadió que el problema es que incluso si
aceptásemos que hay neumonías idiopáticas y que hay algún conjunto de síntomas
inducidos por el patógeno, “no
tenemos una sola evidencia publicada que nos diga que cualquier cosa en el
subclado SARS-CoV-2 tenga alguna diferencia clínica respecto de cualquier cosa
que se haya conocido y publicado antes de noviembre de 2019 en las 73 patentes
presentadas a partir de 2008”.
“Todo eso está
disponible en el Registro Público de Archivos de Patentes, que cualquier
persona de la audiencia puede revisar y el Public Pair (Oficina
de Marcas y Patentes de los Estados Unidos) tiene no sólo las pruebas, sino
también los documentos reales, que tengo también en mi poder”, aseguró.
Para llegar a tales hallazgos, Martin y su equipo revisaron las más de
4.000 patentes que se han emitido en torno al coronavirus SARS (Síndrome
Respiratorio Severo Agudo). “Hemos
hecho una revisión muy completa de la financiación de todas las manipulaciones
del coronavirus, que dieron lugar al SARS como subclado de la familia del
coronavirus beta”, puntualizó.
Según precisó Martin, al confeccionar el documento que reúne todos estos
descubrimientos tomaron las secuencias genéticas reales reportadas como nuevas
por el Comité Internacional de Taxonomía de los Virus (ICTV, por sus siglas en
inglés) de la Organización Mundial de la Salud y las contrastaron con los registros
de patentes que estaban disponibles en la primavera de 2020. “Lo que encontramos, como verán en este
informe, son más de 120 pruebas que sugieren que la declaración de un nuevo
coronavirus era en realidad una falacia completa. No había ningún coronavirus
nuevo”, insistió.
De hecho, Martin encontró registros en los archivos de patentes de
secuencias atribuidas a lo que se consideró ahora novedoso, que se remontaban a
patentes que se solicitaron ya en 1999.
PRIMERA VACUNA
Tampoco el concepto de la novedosa vacuna desarrollada contra el
coronavirus es nuevo, de acuerdo con la investigación del especialista en
patentes.
En ese sentido, afirmó que la primera vacuna patentada para el
coronavirus fue en realidad buscada por Pfizer, la cual consistía específicamente
en esta proteína S o espiga. “Es
exactamente lo mismo que, supuestamente, nos hemos apresurado a inventar ahora.
La primera solicitud fue presentada el 28 de enero de 2000, hace 21 años”,
remarcó.
“La idea de que
misteriosamente nos tropezamos con la forma de intervenir en las vacunas no
sólo es ridícula, sino que es increíble porque Timothy Miller, Sharon Clapford,
Albert Paul Reed y Elaine Jones, el 28 de enero de 2000, presentaron lo que se
emitió como la patente de Estados Unidos 6372224, que era la vacuna contra el
virus de la proteína de la espiga: una vacuna para el coronavirus canino, que
es en realidad una de las múltiples formas de coronavirus”, prosiguió Martin, para luego detallar que los primeros trabajos hasta
1999 se centraron en el ámbito de las vacunas para animales.
DEL VIH A ARMA
BIOLOGICA
Más tarde, según relató el director de M-CAM, Anthony Fauci y el
Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID, por sus
siglas en inglés) encontraron que debido a su maleabilidad el coronavirus
resultaba un candidato potencial para las vacunas contra el VIH.
“El SARS no es en
realidad una progresión natural de una modificación genética del coronavirus.
De hecho, muy específicamente en 1999, Anthony Fauci financió una investigación
en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill para crear un
coronavirus infeccioso de replicación defectuosa, ajustado específicamente al
epitelio pulmonar humano”, aseveró Martin, quien
puntualizó que tal definición consta en una solicitud de patente presentada el
19 de abril de 2002 (bajo el número 7279327). “En otras palabras, construimos la enfermedad
SARS y la patentamos el 19 de abril de 2002”, reiteró y aclaró que esto
fue antes de que hubiera un supuesto brote en Asia.
Martin explicó que el receptor de la ACE, el dominio de unión ACE2, la
proteína espiga S1 y otros elementos de lo que hemos llegado a conocer como
este patógeno, no sólo fueron diseñados, sino que pueden ser modificados
sintéticamente en el laboratorio, utilizando nada más que las tecnologías de
secuenciación de genes, al tomar el código informático y convertirlo en un
patógeno o un intermedio del patógeno. “Esa tecnología se financió exclusivamente, en los primeros tiempos, como
un medio por el cual podríamos aprovechar realmente el coronavirus como vector
para una vacuna contra el VIH”, remarcó.
Pero, a su vez, el especialista en patentes de innovación explicó que,
en los primeros días del año 2000, a su organización se le pidió que vigilara
las violaciones del Tratado de Armas Biológicas y Químicas. Por este motivo, a
lo largo del otoño de 2001 comenzaron a monitorear un enorme número de
patógenos bacterianos y virales que estaban siendo patentados a través de los
Institutos Nacionales de Salud (NIH), el NIAID y el programa de enfermedades
infecciosas de los servicios armados de los Estados Unidos (AMRIID) y una serie
de otras agencias a nivel internacional que colaboraban con ellos. “Nuestra preocupación era que el coronavirus
estaba siendo visto no sólo como un potencial agente manipulable para su uso
como vector de vacunas, sino que también estaba siendo claramente considerado
como un candidato a arma biológica. De modo que nuestro primer informe público
sobre esto tuvo lugar antes del brote de SARS, a finales de 2001”,
reveló Martin.
EL GUION
Al parecer, ni siquiera el actualmente publicitado slogan de “Nueva normalidad” es nuevo.
Según apuntó el titular de M-CAM, el laboratorio Merck ya en una conferencia de
2004 titulada “SARS y bioterrorismo.
Bioterrorismo, enfermedades infecciosas emergentes, antimicrobianos,
terapéuticos e inmunomoduladores” introdujo la noción de “La
nueva normalidad”.
“La primera
introducción de la campaña de la nueva normalidad, en la que se trataba de
conseguir que la gente aceptase una vacuna universal contra el coronavirus y la
gripe se adoptó en realidad el 6 de enero de 2004. Así que ha existido durante
bastante tiempo”, señaló.
Asimismo, se refirió a otro de los protagonistas que -de alguna manera-
“anticipó” lo que viviríamos en la actualidad: el zoólogo británico y
presidente de EcoHealth Alliance, Peter Daszak,
quien forma parte de los equipos de la OMS y de The Lancet que investigan los
orígenes de la pandemia de coronavirus de Wuhan y que además se ha señalado que
tiene vínculos profesionales y financieros de larga data con el Instituto de
Virología de Wuhan.
“Mi cita favorita de
esta pandemia es una declaración hecha en 2015 por Peter Daszak, reportada en
The National Academies Press, el 12 de febrero de 2016: ‘Tenemos que
aumentar la comprensión pública de la necesidad de contramedidas médicas, tales
como una vacuna universal contra los coronavirus. Una vía clave son los medios
de comunicación y la economía seguirá el revuelo mediático que se cree. Debemos
usar ese bombo publicitario a favor nuestro para ir a los temas reales. Los inversores
responderán si ven beneficios al final del proceso’”.
Martin prosiguió diciendo que Daszak “es la persona que estaba corroborando independientemente la no-teoría de
la no-fuga china de laboratorio. No hubo ninguna fuga de laboratorio. Esto se
trató de convertir intencionalmente la proteína espiga en un arma biológica
para inyectar a la gente y hacerla adicta a una vacuna universal contra el
coronavirus. Esto no tiene nada que ver con un patógeno que se haya liberado y
cada uno de los estudios que se ha lanzado para tratar de verificar una fuga de
laboratorio es algo para desviar la atención”.
Por lo tanto, consideró que la actual situación no es una crisis de
salud pública, sino una campaña de marketing oportunista para abordar un
objetivo declarado.
“Ellos dijeron que
necesitaban conseguir que el público aceptase una contramedida de vacuna contra
el coronavirus y que los medios de comunicación le dieran publicidad a esto, ya
que luego los inversores seguirían, allá donde vieran beneficios. No precisás
nada más en lo que basarte para explicar los acontecimientos de los últimos 20
meses que la declaración real del verdadero responsable”, remarcó.
“VACUNAS” QUE NO
VACUNAN
Martin también mencionó lo “ridículo” de la historia de que esta vacuna
es de alguna manera profiláctica o preventiva. Sostuvo que esa clase de
afirmación “se burla del 100% de
la evidencia, porque la evidencia deja muy claro que no ha habido ningún
esfuerzo por parte de ninguna empresa farmacéutica para combatir el virus”.
“Se trata de hacer
que la gente se inyecte con la proteína espiga, conocida por su carácter
dañino. -añadió- Así que la historia creada como fachada es que si se obtiene una
expresión de una proteína espiga, uno va a tener algún tipo de alivio
sintomático general. Pero el hecho es que nunca ha habido una intención de
vacunar a una población si usamos la definición dentro del universo de la
vacunación”.
En la misma línea, apuntó que cuando Anthony Fauci trataba
desesperadamente de conseguir que se publicaran algunas de sus “vacunas de ARN
sintético”, sus propias patentes fueron rechazadas por la oficina de patentes,
que respondió que el argumento presentado era “persuasivo en la medida en que un péptido antigénico estimule una
respuesta inmune que puede producir anticuerpos que se unen a un péptido o
proteína específica, pero no es persuasivo en lo que respecta a una
vacuna”.
“La respuesta
inmunitaria producida por una vacuna debe ser algo más que una simple respuesta
inmunitaria. Debe también ser protectora. Como se señaló en la anterior Acción
de la Oficina, el estado del arte reconoce que el término vacuna es un
compuesto que previene la infección. El solicitante no ha demostrado que la
vacuna reivindicada al instante cumpla incluso el estándar más bajo establecido
en la especificación, y mucho menos la definición estándar para ser operativa.
Por lo tanto, las reivindicaciones cinco, siete y nueve no son operativas, ya
que la vacuna contra el VIH (que es en lo que estaba Fauci trabajando), no es
una utilidad patentable”, argumentó la oficina de
patentes.
“Así que el propio
Anthony Fauci fue informado por la oficina de patentes de que lo que proponía
como vacuna no cumplía el estándar de patentes, el estándar legal o el estándar
clínico”, subrayó Martin, para luego
lamentarse: “Planteé estas
cuestiones a partir de 2002, después del susto del ántrax, y la tragedia es que
ahora estamos sentados en un mundo donde tenemos cientos de millones de
personas que están siendo inyectados con una secuencia de computadora que es un
patógeno estimulante, que se vende bajo lo que la oficina de patentes, la
profesión médica, y la FDA y sus propias normas clínicas, no sugieren que sea
una vacuna. Pero mediante el uso del término estamos ahora sometiendo a cientos
de millones de personas a lo que se sabía que era, ya en 2005, un arma
biológica”.
OPORTUNIDAD LUCRATIVA
La maquiavélica trama relatada por Martin a Fuellmich incluye además
detalles sobre solicitudes de patentes realizadas por los CDC de Estados Unidos
y diversos laboratorios que dejan al descubierto el modo en que se manejó
información confidencial y se fueron moviendo las piezas con fines comerciales,
anticipando lo que vendría.
Hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el documento “A World at
Risk”, trazó un escenario en septiembre de 2019 sobre lo podría
pasar “si hubiese una liberación
accidental o intencional de un patógeno respiratorio”, meses antes de
que hubiese un supuesto patógeno.
“Ya entonces
escribían que deberíamos tener una experiencia global coordinada de una
liberación de un patógeno respiratorio, que para septiembre de 2020 debía poner
en marcha una capacidad global para la gestión de las relaciones públicas, el
control de las multitudes, y la aceptación de un mandato de vacuna universal”, concluyó.
(Algunas de las patentes que menciona Martin a lo largo de la entrevista
son: 6372224, 7220852, 7776521)
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