ATENCIÓN: Esta información puede herir la sensibilidad de quienes no están preparados para su comprensión.
Lo
que llamamos humanidad, al igual que cualquier otra manifestación
biológica, es un cultivo de vida que nace, se reproduce, se nutre y
desintegra. Además, constituimos un cultivo de alta
complejidad neuronal, compuesto por siete mil millones de neuronas que
conforman un macro cerebro que llamamos inconsciente colectivo.
Esta mente colectiva tiene la especialidad de que, cuando en ella se inserta un pensamiento, consigna o idea, se moviliza y se energiza en forma de emoción, que finalmente es la que propicia o determina la materialización del pensamiento original.
De ahí que, antropológica e históricamente, las llamadas religiones dogmáticas y sus profecías, constituyeron los sistemas de adoctrinamiento e inserción de las ideas
de apocalípsis o armagedon difundidos y apoyados por portavoces
"canalizados e instrumentalizados", como es el caso de Nostradamus,
Edgar Cayce, Parravicini, San Malaquias, y tantos otros proveedores de
la factoría holocáustica de hollywood; incluyendo, en estos días,
el vaticinio y la habilitación que hace el vaticano, al describir
(inducir) estos eventos, como de tercera guerra mundial.
Hoy
sabemos que el campo cuántico que nos contiene, es probabilistico, con
infinitas vías de posibilidades; y no un carril determinista.
Todas
las profecías, constituyen un programa con la fuerza inductora,
creativa y determinista de un destino prefijado por un diseño
manipulado.
La gran mayoría de nosotros somos cómplices de esta película programada, desde los papeles de reparto en el padecimiento,
sufrimiento, inseguridad y temor; que, como emociones, contribuyen y
determinan la coagulación de la intención original.
Por lo tanto, es hora de preguntarnos, como lo haría un criminólogo... ¿quienes se benefician con la película de terror humano sin padecerla? Puede que así comprendamos, qué es el terrorismo.
En
nuestro universo cuántico y fractal, hay estratificaciones o escalas de
realidades que no son compartidas por todos, dada la diversidad de
estados de conciencia.
Lo que algunos no ven, es simplemente que no lo ven y no, que no exista.
De
modo que lo comprensible o visible en un espectro de conciencia, no es
percibido o entendido para otras. Pero hay algo común a todas las
realidades paralelas, sean más densas o más sutiles, y es que en cada
una de ellas todo es posible.
Otra premisa común en el pluriverso que nos contiene, es que todo es alimento de todo, pues
cada sistema se nutre y es a la vez nutrición de otro; sea el sistema
planetario o el sistema digestivo, el humano o el bacteriológico.
La cuestión ya no es si somos alimento, sino ¿que estamos alimentando?. Y dentro de esa diversidad probabilistica de opciones: ¿qué estoy yo alimentando?.
El sistema humano está estructurado en el diseño interior de una pirámide de nutrición de poder, cuya
cúspide (y por encima de ella) está ocupada por entidades u organismos
parasitarios que sólo tienen eficacia e influencia en el espectro de
realidad egoica (personalidades o identidades ilusorias programadas).
Pero
ese poder no puede alimentarse de aquella minoría de seres que
descubrieron su propia entidad divina y deciden vibrar en esa frecuencia
(amor). Ya que esa banda vibratoria no es asequible a operaciones
diseñadas para la baja frecuencia (temor).
Toda bacteria u organismo parasitario es huésped de otro, al que influye y condiciona, para obtener de él la sustancia nutritiva que necesita.
Así es que esa cúspide que se nutre de las energías relacionadas al miedo, necesitan
crear estados de inseguridad y terror en todas sus variantes y que
dirijamos nuestra atención a los simples desgraciados ejecutores (ya sea
un hombre bomba o el que la lanza desde el aire).
Y después de
haber entendido qué es el terrorismo... ahora podemos comprender
quienes son los verdaderos terroristas creadores de esa película, que el
reparto colaboracionista, de una mayoría humana, aceptó como destino.
Leonardo Díaz Araujo
Comentarios
Publicar un comentario