un llamado "conspiranoico" y un personaje fundamental en la historia de los últimos años, coinciden desde distintos lugares, en advertirnos de un inminente peligro para la humanidad.
MENSAJE DE FIDEL CASTRO EN CONTRA DE LA III GUERRA MUNDIAL
ISIS-MOSSAD: Nueva York 9 de Noviembre, ¡¡9/11!!
es interesante el hecho que FIDEL CASTRO, supuestamente ateo, reconoce volver de la muerte, y "resucitar", agregando que, desde el mas allá, parecen haberle dado el encargo, de que volviera a la vida para tratar de alertar a la humanidad de la necesidad de evitar la guerra nuclear.
Fidel Castro dice que tras su enfermedad 'resucitó' en un 'mundo de locos' - See more at: http://www.vanguardia.com/historico/73668-fidel-castro-dice-que-tras-su-enfermedad-resucito-en-un-mundo-de-locos#sthash.7lDHkJrd.dpuf
El líder cubano ofreció una entrevista de cinco horas de duración a la periodista y directora de 'La Jornada', Carmen Lira, la primera que concede a un medio impreso extranjero desde su reaparición pública hace unos 40 días.
Después de que su estado de salud mejorara, Castro dijo que empezó "a ver bien clarito los problemas de la tiranía mundial creciente", y entre ellos percibió la "inminencia de un ataque nuclear que desataría la conflagración mundial", según el diario mexicano.
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Hay que persuadir a Obama de que evite la guera nuclear
No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía

Carmen Lira Saade
Periódico
La Jornada
Lunes 30 de agosto de 2010, p. 2
Lunes 30 de agosto de 2010, p. 2
La
Habana. Estuvo cuatro años debatiéndose entre la vida y la muerte. En un entrar
y salir del quirófano, entubado, recibiendo alimentos a través de venas y
catéteres y con pérdidas frecuentes del conocimiento…
Mi
enfermedad no es ningún secreto de Estado, habría dicho poco antes de que ésta
hiciera crisis y lo obligara a hacer lo que tenía que hacer: delegar sus
funciones como presidente del Consejo de Estado y, consecuentemente, como
comandante en jefe de las fuerzas armadas de Cuba.
No puedo
seguir más, admitió entonces –según revela en ésta su primera entrevista con un
medio impreso extranjero desde entonces–. Hizo el traspaso del mando, y se
entregó a los médicos.
La
conmoción sacudió a la nación entera, a los amigos de otras partes; hizo
abrigar esperanzas revanchistas a sus detractores, y puso en estado de alerta
al poderoso vecino del norte. Era el 31 de julio de 2006 cuando dio a conocer,
de manera oficial, la carta de renuncia del máximo líder de la Revolución
cubana.
Lo que no
consiguió en 50 años su enemigo más feroz (bloqueos, guerras, atentados ) lo
alcanzó una enfermedad sobre la que nadie sabía nada y se especulaba todo. Una
enfermedad que al régimen, lo aceptara o no, iba a convertírsele en secreto
de Estado.

(Pienso
en Raúl, en el Raúl Castro de aquellos momentos. No era sólo el paquete que le
habían confiado casi de buenas a primeras, aunque estuviera acordado de
siempre; era la delicada salud de su compañera Vilma Espín –quien poco después
fallecería víctima de cáncer–, y la muy probable desaparición de su hermano
mayor y jefe único en lo militar, en lo político, en lo familiar.)
Hoy hace
40 días Fidel Castro reapareció en público de manera definitiva, al menos sin
peligro aparente de recaída. En un clima distendido y cuando todo hace pensar que
la tormenta ha pasado, el hombre más importante de la Revolución cubana luce
rozagante y vital, aunque no domine del todo los movimientos de sus piernas.
Durante
alrededor de cinco horas que duró la charla-entrevista –incluido el almuerzo–
con La Jornada, Fidel aborda los más diversos temas, aunque se
obsesione con algunos en particular. Permite que se le pregunte de todo –aunque
el que más interrogue sea él– y repasa por primera vez y con dolorosa franqueza
algunos momentos de la crisis de salud que sufrió los pasados cuatro años.
Llegué a
estar muerto, revela con una tranquilidad pasmosa. No menciona por su nombre la
divertículis que padeció ni se refiere a las hemorragias que llevaron a los
especialistas de su equipo médico a intervenirlo en varias o muchas ocasiones,
con riesgo de perder la vida en cada una.
Pero en
lo que sí se explaya es en el relato del sufrimiento vivido. Y no muestra
inhibición alguna en calificar la dolorosa etapa como un calvario.
Yo ya no
aspiraba a vivir, ni mucho menos... Me pregunté varias veces si esa gente (sus
médicos) iban a dejarme vivir en esas condiciones o me iban a permitir morir...
Luego sobreviví, pero en muy malas condiciones físicas. Llegué a pesar
cincuenta y pico de kilogramos.
Sesenta y
seis kilogramos, precisa Dalia, su inseparable compañera que asiste a la
charla. Sólo ella, dos de sus médicos y otros dos de sus más cercanos
colaboradores están presentes.
–Imagínate:
un tipo de mi estatura pesando 66 kilos. Hoy alcanzo ya entre 85 y 86 kilos, y
esta mañana logré dar 600 pasos solo, sin bastón, sin ayuda.
Quiero
decirte que estás ante una especie de re-su-ci-ta-do, subraya con cierto
orgullo. Sabe que además del magnífico equipo médico que lo asistió en todos
estos años, con el que se puso a prueba la calidad de la medicina cubana, ha
contado su voluntad y esa disciplina de acero que se impone siempre que se
empeña en algo.
–No
cometo nunca la más mínima violación –asegura–. De más está decir que me he
vuelto médico con la cooperación de los médicos. Con ellos discuto, pregunto
(pregunta mucho), aprendo (y obedece)...
Conoce
muy bien las razones de sus accidentes y caídas, aunque insiste en que no
necesariamente unas llevan a las otras. La primera vez fue porque no hice
el calentamiento debido, antes de jugar basquetbol. Luego vino lo de Santa
Clara: Fidel bajaba de la estatua del Che, donde había presidido un
homenaje, y cayó de cabeza. Ahí influyó que los que lo cuidan a uno
también se van poniendo viejos, pierden facultades y no se ocuparon, aclara.
Sigue la
caída de Holguín, también cuan grande es. Todos estos accidentes antes de que
la otra enfermedad hiciera crisis y lo dejara por largo tiempo en el hospital.
Tendido
en aquella cama, sólo miraba a mi alrededor, ignorante de todos esos aparatos.
No sabía cuánto tiempo iba a durar ese tormento y de lo único que tenía
esperanza es de que se parara el mundo, seguro para no perderse de nada. Pero
resucité, dice ufano.
–Y cuando
resucitó, comandante, ¿con qué se encontró? –le pregunto.
–Con un
mundo como de locos... Un mundo que aparece todos los días en la televisión, en
los periodicos, y que no hay quien entienda, pero el que no me hubiera querido
perder por nada del mundo –sonríe divertido.
Con una
energía sorprendente en un ser humano que viene levantándose de la tumba –como
él dice– y con la mismísima curiosidad intelectual de antes, Fidel Castro se
pone al día.
Dicen,
los que lo conocen bien, que no hay un proyecto, colosal o milimétrico, en el
que no se empeñe con una pasión encarnizada y que en especial lo hace si tiene
que enfrentarse a la adversidad, como había sido y era el caso.
Nunca
como entonces parece de mejor humor. Alguien que cree conocerlo bien le
dijo: las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante.
La tarea
de acumulación informativa cotidiana de este sobreviviente comienza desde que
despierta. A una velocidad de lectura que nadie sabe con qué método consigue,
devora libros; se lee entre 200 y 300 cables informativos por día; está
pendiente y al momento de las nuevas tecnologías de la comunicación; se fascina
conWikileaks, la garganta profunda del Internet, famosa por la
filtración de más de 90 mil documentos militares sobre Afganistán, en los que
este nuevo navegante está trabajando.
–¿Te das
cuenta, compañera, de lo que esto significa? –me dice–. Internet ha puesto en
manos de nosotros la posibilidad de comunicarnos con el mundo. Con nada de esto
contábamos antes –comenta, al tiempo que se deleita viendo y seleccionando
cables y textos bajados de la red, que tiene sobre el escritorio: un pequeño
mueble, demasiado pequeño para la talla (aun disminuida por la enfermedad) de
su ocupante.
–Se
acabaron los secretos, o al menos eso pareciera. Estamos ante unperiodismo de
investigación de alta tecnología, como lo llama el New York Times,
y al alcance de todo el mundo.
–Estamos
ante el arma más poderosa que haya existido, que es la comunicación –ataja–. El
poder de la comunicación ha estado, y está, en manos del imperio y de
ambiciosos grupos privados que hicieron uso y abuso de él. Por eso los medios
han fabricado el poder que hoy ostentan.
Lo
escucho y no puedo menos que pensar en Chomsky: cualquiera de las trapacerías
que el imperio intente debe contar antes con el apoyo de los medios,
principalmente periódicos y televisión, y hoy, naturalmente, con todos los
instrumentos que ofrece la Internet.
Son los
medios los que antes de cualquier acción crean el concenso.Tienden la cama,
diríamos... Acondicionan el teatro de operaciones.
Sin
embargo, acota Fidel, aunque han pretendido conservar intacto ese poder, no han
podido. Lo están perdiendo día con día. En tanto que otros, muchos, muchísimos,
emergen a cada momento…
Se hace
entonces un reconocimiento a los esfuerzos de algunos sitios y medios, además
deWikileaks: por el lado latinoamericano, a Telesur de Venezuela, a la
televisión cultural de Argentina, el Canal Encuentro, y a todos aquellos
medios, públicos o privados, que enfrentan a poderosos consorcios particulares
de la región y a trasnacionales de la información, la cultura y el
entretenimiento.
Informes
sobre la manipulación de los poderosos grupos empresariales locales o
regionales, sus complots para entronizar o eliminar gobiernos o personajes de
la política, o sobre latiranía que ejerce el imperio a través de
las trasnacionales, están ahora al alcance de todos los mortales.
Pero no
de Cuba, que apenas dispone de una entrada de Internet para todo el país,
comparable a la que tiene cualquier hotel Hilton o Sheraton.
Ésa es la
razón por la que conectarse en Cuba es desesperante. La navegación es como si
se hiciera en cámara lenta.
–¿Por qué
es todo esto? –pegunto.
–Por la
negativa rotunda de Estados Unidos a darle acceso a lnternet a la isla, a
través de uno de los cables submarinos de fibra óptica que pasan cerca de las
costas. Cuba se ve obligada, en cambio, a bajar la señal de un satélite, lo que
encarece mucho más el servicio que el gobierno cubano ha de pagar, e impide
disponer de un mayor ancho de banda que permita dar acceso a muchos más
usuarios y a la velocidad que es normal en todo el mundo, con la banda ancha.
Por estas
razones el gobierno cubano da prioridad para conectarse no a quienes pueden
pagar por el costo del servicio, sino a quienes más lo necesitan, como médicos,
académicos, periodistas, profesionistas, cuadrosdel gobierno y clubes de
Internet de uso social. No se puede más.
Pienso en
los descomunales esfuerzos del sitio cubano Cubadebatepara
alimentar al interior y llevar hacia el exterior la información del país, en
las condiciones existentes. Pero, según Fidel, Cuba podrá solucionar pronto
esta situación.
Se
refiere a la conclusión de las obras de cable submarino que se tiende del
puerto de La Guaira, en Venezuela, hasta las cercanías de Santiago de Cuba. Con
estas obras, llevadas adelante por el gobierno de Hugo Chávez, la isla podrá
disponer de banda ancha y posibilidades de acometer una gran ampliación del
servicio.
–Muchas
veces se ha señalado a Cuba, y en particular a usted, de mantener una posición
antiestadunidense a rajatabla, y hasta han llegado a acusarlo de guardar odio
hacia esa nación –le digo.
—Nada de
eso –aclara–. ¿Por qué odiar a Estados Unidos, si es sólo un producto de la
historia?
Pero, en
efecto: hace apenas como 40 días, cuando todavía no había terminado de resucitar se
ocupó –para variar–, en sus nuevasReflexiones, de su poderoso vecino.
“Es que
empecé a ver bien clarito los problemas de la tiranía mundial creciente… –y se
le presentó, a la luz de toda la información que manejaba, la inminencia
de un ataque nuclear que desataría la conflagración mundial.
Todavía no
podía salir a hablar, a hacer lo que está haciendo ahora, me indica. Apenas
podía escribir con cierta fluidez, pues no sólo tuvo que aprender a caminar,
sino también, a sus 84 años, debió volver a aprender a escribir..
“Salí del
hospital, fui para la casa, pero caminé, me excedí. Luego tuve que hacer
rehabilitación de los pies. Para entonces ya lograba comenzar de nuevo a
escribir.
El salto
cualitativo se dio cuando pude dominar todos los elementos que me permitían
hacer posible todo lo que estoy haciendo ahora. Pero puedo y debo mejorar...
Puedo llegar a caminar bien. Hoy, ya te dije, caminé 600 pasos solo, sin
bastón, sin nada, y esto lo debo conciliar con lo que subo y bajo, con las
horas que duermo, con el trabajo.
–¿Qué hay
detrás de este frenesí en el trabajo, que más que a una rehabilitación puede
conducirlo a una recaída?
Fidel se
concentra, cierra los ojos como para empezar un sueño, pero no... vuelve a la
carga:
No quiero
estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más interesante y
peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a
pasar. Tengo cosas que hacer todavía.
¿Cómo
cuáles?
–Como la
conformación de todo un movimiento antiguerra nuclear –es a lo que viene
dedicándose desde su reaparición.
Crear una
fuerza de persuasión internacional para evitar que esa amenaza colosal se
cumpla representa todo un reto, y Fidel nunca ha podido resistirse a los
retos.
“Al
principio yo pensé que el ataque nuclear iba a darse sobre Corea del Norte,
pero pronto rectifiqué porque me dije que ése lo paraba China con su veto en el
Consejo de Seguridad...
Pero lo
de Irán no lo para nadie, porque no hay veto ni chino ni ruso. Luego vino la
resolución (de Naciones Unidas), y aunque vetaron Brasil y Turquía, Líbano no
lo hizo y entonces se tomó la decisión.
Fidel
convoca a científicos, economistas, comunicadores, etcétera, a que den su
opinión sobre cuál puede ser el mecanismo mediante el cual se va a desatar el
horror, y la forma en que puede evitarse. Hasta a ejercicios de ciencia ficción
los ha llevado.
¡Piensen,
piensen!, anima en las discusiones. Razonen, imaginen, exclama el
entusiasta maestro en que se ha convertido en estos días.
No todo
el mundo ha comprendido su inquietud. No son pocos los que han visto
catastrofismo y hasta delirio en su nueva campaña. A todo esto habría que
agregar el temor que a muchos asalta, de que su salud sufra una recaída.


Fidel no
ceja: nada ni nadie es capaz de frenarlo siquiera. Él necesita, a la mayor
brevedad, CONVENCER para así DETENER la conflagración nuclear que –insiste–
amenaza con desaparecer a una buena parte de la humanidad. Tenemos que
movilizar al mundo para persuadir a Barack Obama, presidente de Estados Unidos,
de que evite la guerra nuclear. Él es el único que puede, o no, oprimir el
botón.
Con los
datos que ya maneja como un experto, y los documentos que avalan sus dichos,
Fidel cuestiona y hace una exposición escalofriante:
–¿Tú
sabes el poder nuclear que tienen unos cuantos países del mundo en la
actualidad, comparado con el de la época de Hiroshima y Nagazaki?
Cuatrocientas
setenta mil veces el poder explosivo que tenía cualquiera de las dos bombas que
Estados Unidos arrojó sobre esas dos ciudades japonesas. ¡Cuatrocientas setenta
mil veces más!, subraya escandalizado.
Esa es la
potencia que tiene cada una de las más de 20 mil armas nucleares que –se
calcula– hay hoy día en el mundo.
Con mucho
menos de esa potencia –con tan sólo 100– ya se puede producir un invierno
nuclear que oscurezca el mundo en su totalidad.
Esta
barbaridad puede producirse en cosa de unas días, para ser más precisos, el 9
de septiembre próximo, que es cuando vencen los 90 días otorgados por el
Consejo de Seguridad de la ONU para comenzar a inspeccionar los barcos de Irán.
–¿Tú
crees que los iraníes van a retroceder? ¿Tú te los imaginas? Hombres valientes,
religiosos que ven en la muerte casi un premio... Bien, los iraníes no van a
ceder, eso es seguro. ¿Van a ceder los yanquis? Y, ¿qué va a pasar si ni uno ni
otro ceden? Y esto puede ocurrir el próximo 9 de septiembre.
Un minuto
después de la explosión, más de la mitad de los seres humanos habrán muerto, el
polvo y el humo de los continentes en llamas derrotarán a la luz solar, y las
tinieblas absolutas volverán a reinar en el mundo, escribió Gabriel García
Máquez con ocasión del 41 aniversario de Hiroshima. Un invierno de lluvias
anaranjadas y huracanes helados invertirán el tiempo de los océanos y voltearán
el curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas
ardientes... La era del rock y de los corazones trasplantados estará de regreso
a su infancia glacial...
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